La mayoría de bebidas refrescantes y comidas
preparadas destinadas al público infantil, contienen colorantes y conservantes
que han sido analizados por el organismo británico FOOD STANDARDS AGENCY (FSA),
que ha llegado a la conclusión de uqe pueden provocar hiperactividad y otros
trastornos en los niños, sobre todo los más pequeños.
La hiperactividad se caracteriza por una
falta de atención, por un carácter impulsivo y por un exceso de energía.
Existen evidencias de que los químicos usados
como conservantes y colorantes afectan al Sistema Nervioso y a la bioquímica
cerebral pudiendo causar estos trastornos.
Pero no solo estos químicos tienen estos
efectos, algunos alimentos también contribuyen a desencadenar estos
comportamientos. Entre ellos el más perjudicial es el azúcar refinado (el
llamado veneno blanco); es uno de los principales causantes de los períodos de
crisis nerviosas e impulsividad. Otros alimentos pueden provocar algún tipo de
intolerancias y afectar negativamente al Sistema Nervioso.
En contrapartida hay una serie de alimentos
que ayudan de forma positiva:
· Los ácidos grasos esenciales. El pescado azul, el
aceite de oliva o el aceite de bacalao, por ejemplo, tienen una acción muy
positiva en casos de TDAH, regulando la irritabilidad y los estados nerviosos.
·
Alimentos ricos en vitaminas C, E y el complejo B.
·
Alimentos ricos
en magnesio: nueces, almendras, pipas de girasol, higos secos, dátiles.
Además de cuidar la dieta de los niños
hiperactivos, es necesario ayudarles a canalizar su energía en actividades como
el deporte, el teatro, la música, etc. Un niño hiperactivo necesita estimular
su atención y concentración mediante actividades guiadas y enfocadas a un
constructivo desahogo de su energía. Se debe evitar mantenerlos en un mismo
lugar, que no gasten mucho tiempo en juegos de video o televisión, llevarles a
dar caminatas largas y tener contacto con animales y la naturaleza.
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