Si alguna vez
han intentado dejar de fumar, sabrán lo difícil que puede resultar. El tabaquismo fue definido por la OMS
(Organización Mundial de la Salud), como una forma de drogodependencia, y la
Sociedad Americana de Psiquiatría clasificó en 1987 a la Nicotina como una
sustancia psicoactiva, cuyo consumo produce dependencia, según la definición de
droga: sustancia que actúa sobre el Sistema Nervioso Central, en su esfera
psíquica, y que es capaz de estimular o inhibir sus funciones, pudiendo
ocasionar tolerancia y dependencia física y psíquica.
Cuando se fuma
tabaco, los pulmones absorben la nicotina y ésta pasa rápidamente al torrente
sanguíneo, donde circula por todo el cerebro. Todo esto ocurre muy rápido. De hecho, la
nicotina llega al cerebro 8 segundos después de haberse inhalado el humo del tabaco.
La nicotina también puede entrar al torrente sanguíneo a través de las
membranas mucosas que recubren la boca (cuando se masca el tabaco), por la
nariz (si se usa tabaco en polvo conocido como “rapé” en español, o como
“snuff” en inglés), o hasta por la piel.
La nicotina
afecta a todo el cuerpo. Actúa directamente sobre el corazón alterando la
frecuencia cardiaca y la presión arterial. También actúa sobre los nervios que
controlan la respiración, cambiando los ritmos respiratorios. En
concentraciones altas, la nicotina es mortal. De hecho, una gota de nicotina
purificada en la lengua puede matar a una persona. Es tan letal que durante
siglos se ha usado como pesticida.
¿Entonces por
qué seguimos fumando?
El cerebro está
compuesto por miles de millones de células nerviosas. Estas celulas
especializadas se denominan NEURONAS, funcionan como una red que transmite el
impulso nervioso hacia donde sea necesario. La información recorre la neurona
en forma de impulso eléctrico, pero al pasar de una neurona a otra estas se
comunican entre sí liberando unos
mensajeros químicos llamados neurotransmisores.
Cada neurotransmisor es como una llave que
encaja en una “cerradura” especial, llamada receptor, que está localizada en la
superficie de las células nerviosas. Cuando un neurotransmisor encuentra a su
receptor, activa la célula nerviosa siguiente y la información recorre esa
segunda neurona otra vez en forma de impulso eléctrico.
La molécula de
la nicotina tiene una forma parecida a la de un neurotransmisor llamado
acetilcolina. La acetilcolina y sus
receptores están involucrados en muchas funciones, incluyendo el movimiento
muscular, la respiración, la frecuencia cardiaca, el aprendizaje y la memoria.
También pueden hacer que se liberen otros neurotransmisores y hormonas que
afectan al estado de ánimo, apetito, memoria y otras cosas más. Cuando la
nicotina penetra en el cerebro, se adhiere a los receptores de la acetilcolina
e imita sus acciones. Como la nicotina sustituye a la Acetilcolina, el
organismo deja de fabricarla.
Cuando la
nicotina desaparece del cerebro, el exceso de receptores van a producir una
excesiva excitabilidad del sistema nervioso en el fumador, lo que provoca una
sensación de malestar y nerviosismo y contribuye a que el fumador necesite el
siguiente cigarrillo. Así pues, el siguiente cigarrillo “medica” al fumador al
desensibilizar parte de los receptores nicotínicos, volviendo a un estado
normal de activación colinérgica.
Estos fenómenos
explican el hecho de que la mayoría de fumadores consideren el primer
cigarrillo del día como el más placentero, ya que tras una noche de abstinencia
las concentraciones de nicotina están en su nivel más bajo. Por esta razón, el primer cigarrillo es el
que activa de forma más potente a los receptores nicotínicos y provoca una
mayor liberación de dopamina, por lo que se obtiene un mayor efecto placentero.
El resto de
cigarrillos fumados durante el día van a aumentar el nivel basal de nicotina
lentamente, garantizando un número suficiente de receptores desensibilizados
que eviten la hiperactivación colinérgica.
La nicotina
también activa áreas del cerebro involucradas en la producción de sensaciones
de placer y de gratificación. Hace poco, los científicos descubrieron que la
nicotina eleva los niveles de un neurotransmisor llamado dopamina en las partes del cerebro que producen estas
sensaciones de placer y de gratificación. La dopamina, a veces conocida como la
molécula del placer, es el mismo neurotransmisor involucrado en la adicción a
otras drogas como la cocaína y la heroína. Los investigadores ahora creen que
este cambio en la dopamina juega un papel clave en todas las adicciones.
Intervienen en el llamado sistema de recompensa, ante una actitud,
situación o ante el consumo de alguna
sustancia, el cerebro recompensa con una descarga de Dopamina, que produce la
sensación de placer.
Restauración
Bioenergética
La RB (Restauración
Bioenergética) es un sistema integrado basado en los principios de la
acupuntura, la kinesiologia y la
fitoterapia. No utilizamos agujas, en su lugar usamos adhesivos que contienen
un pequeño fragmento de cuarzo en el que se carga previamente la frecuencia Yin
o Yang con la que queremos trabajar.
Con este método
analizamos el organismo de una manera efectiva, sencilla y no invasiva.
Otra ventaja es
que la persona puede en su casa, aplicarse los RB, de forma que las sesiones
necesarias en consulta son menores.
Lo primero que hacemos es una regulación del
organismo a nivel energético, primeros regulamos el Yin y Yang, usando unos
puntos denominados Reguladores.
Después,
mediante el test de kinesiología, buscamos los puntos, normalmente en la oreja,
que nos van a ayudar a superar los síntomas de abstinencia del tabaco.
Normalmente en
un máximo de seis sesiones se consigue dejar definitivamente el tabaco.
Si de verdad quieres dejar de fumar, podemos ayudarte.